martes, 24 de febrero de 2015

Song of the Sea

Segundo largometraje de Tomm Moore, tras el también nominado a los Oscar "El Secreto del Libro de Kells", "Song of the Sea" hunde también sus raíces en la tradición y la cultura irlandesas, y nos brinda una magnífica obra de animación tradicional en 2D altamente recomendable. Tomm Moore dirige esta co-producción de Cartoon Saloon, Melusine Productions, The Big Farm, Superprod y Norlum, a la vez que firma la historia junto al guionista Will Collins, y nos embarca en una poética experiencia visual y sensorial ricamente ilustrada bajo la supervisión artística de Adrien Mérigeau y con el acompañamiento de la etérea música compuesta por Bruno Coulais.


La historia se desarrolla en torno a dos hermanos, Ben -el mayor -  y Saoirse, que viven en un faro con su padre y que perdieron a su madre el mismo día en que nació la pequeña, dejando a Ben como único recuerdo una concha marina capaz de producir música. Cuando, un tiempo después, Ben tiene ya diez años, vive en una lejana relación con su hermana pequeña, a la que culpa de la desaparición de su madre y que se lleva todas las atenciones de su padre; Saoirse, incapaz de expresar palabra alguna, se siente fuertemente atraída por la concha que dejó su madre y, tras tocar su música, descubre una piel de foca encerrada en un arcón que le permite convertirse en una 'selkie' (una mujer con la capacidad de transformarse en foca en el agua), lo que la impulsa a lanzarse al mar y nadar con las focas. Cuando, horrorizada, la encuentra su abuela en la costa, convence a su padre para que permita llevarse a los chicos a Dublín y una vez allí, Ben escapa para volver con su perro y con su padre y es inmediatamente seguido por Saoirse. En el viaje de vuelta Ben descubrirá que Saoirse no es una niña normal y que tiene alguna relación con las antiguas leyendas que le contaba su madre, y tendrá que vencer sus miedos para salvar a su hermana de su destino y de las garras de la bruja Macha.



Tomm Moore borda para esta historia un largometraje preciosista en que se nota la influencia de Hayao Miyazaki tanto en el tempo de la narración como en la recuperación de los vínculos entre la naturaleza y las leyendas y su difícil relación con los humanos (incluso la bruja Macha recuerda mucho a la bruja de "Spirited Away"). "Song of the Sea" es un canto a la necesaria supervivencia de las leyendas y el folklore, que los humanos olvidan como forma de esconder también los sentimientos que les atormentan, dejando tras de sí sólo ruinas y piedras abandonadas. En todo caso, es finalmente un niño humano quien, venciendo sus miedos para salvar a su hermana, recupera para su mundo esas historias y esos sentimientos, puesto que Saoirse es, como la última selkie, la única capaz de devolver la vida a las criaturas de esas historias.
Ante tanta animación 3D es un placer ver en "Song of the Sea" personajes planos (con ese diseño tan característico de Cartoon Saloon, acaso incluso más redondeado) cuyo color se lo dan las acuarelas, moviéndose sobre esos fondos ricamente adornados con profusión de luz, color y abundancia de detalles, como los estudiados grabados de los antinguos pobladores pictos, mezclados también con diseños de Klee y Kandinsky, que se repiten en las texturas de piedras, muebles y bosques. En cualquier caso, tampoco la animación artesanal ha escapado en este caso a la computadora, que se usó para componer las capas de color en Photoshop, e incluso para animar el mar (no es algo de lo que me queje en todo caso, el resultado es espectacular).
Una película pues, en que tras "El Secreto del Libro de Kells", Tomm Moore se autoafirma no sólo como defensor de las historias contadas con poesía y sentimiento, sino también como defensor de la animación en 2D, quizás aspirando inconscientemente a ser un heredero occidental de la tradición Ghibli.

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