domingo, 30 de noviembre de 2014

Los Pingüinos de Madagascar

En las pantallas de cine, los pingüinos de Madagascar habían sido hasta ahora un cuarteto de secundarios que aportaban notas de humor y de astucia a las aventuras de los protagonistas de las películas, el león Alex, junto con Marty, la cebra, Melman, la jirafa y Gloria, la hipopótamo. Que tenían potencial para ser ellos los protagonistas lo demostraron cuando se hicieron con una serie de televisión, pero es ahora cuando se lanzan a la gran pantalla como protagonistas absolutos.
La historia de "Los Pingüinos de Madagascar" nos traslada brevemente al momento en que se forma el cuarteto de pingüinos y de ahí da un salto al momento en que los había dejado el final de "Madagascar 3", donde deciden dejar el circo para iniciar su propia aventura, consistente en infiltrarse en Fort Knox para hacerse, no con sus lingotes de oro, sino con una bolsa de ganchitos de la máquina expendedora de la fortificación para celebrar el cumpleaños del benjamín del grupo: Soldado. En esas circunstancias caen presa de los tentáculos de Dave, el malo de la película, que no es otro que un pulpo que odia a los pingüinos desde el momento en que perdió su protagonismo por la llegada del cuarteto al zoo de Central Park; a partir de entonces se hizo con los recursos para urdir su venganza, consistente en hacerse con los pingüinos de todos los zoos del planeta para convertirlos en monstruos con un llamado "Suero Medusa" y borrar de un plumazo esa imagen de "animalitos cucos" que la humanidad tiene de ellos. Los planes de Dave llaman también la atención de un grupo de espías altamente tecnificado que se hace llamar "Viento Norte" y que entrará en cierto conflicto con los pingüinos a la hora de parar los pies, o mejor dicho, los tentáculos a Dave y su grupo de cefalópodos.
El desarrollo de la película, que a nivel técnico y de animación mantiene las altas cotas de Dreamworks, se produce a un ritmo frenético, donde no hay pausa en escenas de acción y continuos gags, la mayoría de los cuales son verdaderamente acertados; a destacar, por ejemplo, la escena en que se hacen invisibles alternando su color en un paso de peatones cuando llevan a cabo su infiltraje en Fort Knox, o el recurso a un grillo cuando se entra en un momento de silencio incómodo. En esta sucesión de imparables momentos, sin duda las mejores secuencias son las que se sitúan en la infancia y la formación del grupo, punto en el que se traza ya la moraleja de la película al perfilar a los pingüinos como un grupo que se resiste a someterse al seguidismo de su especie y que aspira a cuestionarse las cosas y tener su propia personalidad; así como el asalto a Fort Knox y la huida en góndola por los canales y las calles de Venecia. Es a partir del encuentro con el grupo de espías de "Viento Norte" que la película adquiere cierto punto de banalidad y muestra su punto más flojo: siendo los pingüinos bastante capaces de aguantar la película por ellos mismos, se les hace coincidir con un grupo de espías cuyas personalidades no se desarrollan mínimamente (a salvo quizás de algunas pinceladas respecto al líder del grupo, el lobo Secreto) y que no aportan a la película un papel determinante.
La película se hubiera podido desarrollar perfectamente sin la concurrencia de los miembros de Viento Norte y habría transcurrido prácticamente por los mismos derroteros, puesto que al fin y al cabo es una historia de reconocimiento del valor de héroe que el benjamín del grupo de pingüinos, Soldado (que hasta entonces sólo había sido contemplado como una especie de hijo y chico de los recados), sabe reclamar finalmente. Sólo que sin tener que perder metraje en unos personajes, los de Viento Norte, que ni se desarrollan ni resuelven, se habría podido centrar más la historia en la superación de un problema de frustración personal que, siendo el de Soldado, es también el del malvado pulpo Dave, que al compartir papel con el grupo de espías tampoco ve muy desarrolladas sus motivaciones y personalidad.
La película es pues un divertido entretenimiento que agradará sobre todo a los niños, que por otra parte no se cuestionarán que se pueda hacer un agujero en un avión sin que se despresurice o que la solución para revertir las mutaciones de los pingüinos se base fundamentalmente en lo cuco que es uno de ellos; pero para los adultos pasará seguramente al olvido una vez digeridos los chistes, los cuales, cuando se dirigen sobre todo a ellos, denotan casi siempre cierta ambigüedad sexual.


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