martes, 21 de junio de 2016

Buscando a Dory

Casi 13 años después de la búsqueda que hizo coincidir a un pez payaso con una olvidadiza cirujano azul en "Buscando a Nemo" (2003), la nueva película de Pixar nos permite reencontrar a una Dory que vive feliz en el arrecife de coral en compañía de Nemo y Marlin. Pero de repente Dory recuerda que tiene a una familia en algún sitio que podría estar buscándola y recluta a Marlin y Nemo en una nueva aventura a través del océano hasta el prestigioso Instituto de Vida Marina de California, un acuario y centro de recuperación de especies marinas. Para encontrar a su madre y a su padre, Dory pide ayuda a tres de los habitantes más estrafalarios del Instituto de Vida Marina: Hank, un pulpo cascarrabias que suele zafarse de los cuidadores; Bailey, una ballena beluga que está convencido que su sonar biológico está estropeado; y Destiny, una tiburón ballena corta de vista. Navegando por los complejos mecanismos internos del Instituto, Dory y sus amigos descubren la magia que hay en sus debilidades, la amistad y la familia.


Dirigida por Andrew Stanton ("Buscando a Nemo", "WALL-E") y co-dirigida por Angus MacLane ("Toy Story ¡Terror!") a partir de un guión del primero y de Victoria Strouse, la película surgió, según sus realizadores, de la necesidad de ofrecer respuestas sobre el pasado de Dory, cuyo problema de pérdida de memoria a corto plazo había propiciado tantas situaciones humorísticas en la película original, pero había quedado irresoluto y planteaba interesantes cuestiones de cara a una nueva película. ¿Qué le pasaría si se perdiera de nuevo? ¿Dónde está su familia?.. De esta forma, el principal personaje secundario de la película original se convierte magistralmente en protagonista, con una intensa historia detrás y un carácter más complejo de lo que dejaba ver su chispeante personalidad en la búsqueda de Nemo. Dory es, al fin y al cabo, uno de los personajes más recordados y que inspiran más cariño de "Buscando a Nemo", y es un acierto recuperarlo y contar esa historia que a buen seguro ya estaba perfilada cuando se realizó la película original; ya que si algo es sabido, es que Pixar no diseña a un personaje por secundario que sea que no tenga una historia y unas motivaciones detrás. Con la nueva película, Dory deja de ser simplemente un clown para poner de manifiesto su tragedia, enraizada en una incapacidad para recordar que sufre desde que era un pezqueñín, e inicia un viaje donde tendrán cabida por supuesto las risas pero también las penas que es también un tránsito hacia la aceptación de sí misma.
"Buscando a Dory" es lo que uno desea de una secuela: sabe aprovechar lo mejor de la película original y, lejos de orbitar obsesivamente sobre los protagonistas iniciales y de repetir planteamientos ya agotados, construye nuevas historias que otorgan a la franquicia un aire refrescante y revitalizador. Así, "Buscando a Dory" recupera paisajes (como el arrecife) y personajes (Marlin y Nemo, obviamente, pero también las tortugas Crush y Squirt) muy queridos de la película original y traza un nexo con la misma al plantear otra vez una aventura que implica un viaje transoceánico en busca de alguien, pero lo que parece lo mismo, no lo es: el centro de interés ya no está en Marlin y su hijo sino en Dory, y la nueva película ya no se plantea tanto como una road movie como lo fue la primera, sino como una película de evasión, y no se trata tanto de ir en busca de alguien físicamente como de encontrarse espiritualmente. En efecto, la mayor parte de la película se desarrolla en un nuevo espacio que está fuera del mar, el Instituto de Vida Marina, y allí Dory se encontrará con nuevos personajes caracterizados por tener cada uno alguna debilidad o discapacidad: Hank, el personaje más opuesto a Dory y que más la necesita, deberá aprender a superar sus miedos y a socializarse; Bailey deberá confiar en sí mismo y Destiny aprenderá a confiar en él; y Dory logrará conocerse y aceptar que está bien actuar "como lo haría Dory".  Entenderá que son sus mismas debilidades las que la han convertido en alguien capaz de vivir el momento, tomar riesgos y saber apreciar la ayuda de todo el mundo, y al cabo, contagiar su alegría y su amplitud de miras a los demás. Ese es el mensaje positivo de "Buscando a Dory".
Por otra parte, es en ese nuevo espacio conformado por los muros y los tanques de agua del Instituto de Vida Marina donde, además de entrar en escena los nuevos personajes secundarios, más se intensifica el buen humor y la diversión con las que la secuela quizás supera a la original, muy basados en el gag físico y el slapstick a partir de las bien encontradas situaciones que afectan al maestro del camuflaje que es el septópodo Hank, por una parte, y a la pareja conformada por Marlin y Nemo junto a sus amigos Fluke, Rudder y Becky.




Visualmente, "Buscando a Dory" saca provecho de todos los avances y mejoras alcanzados en los 13 años que la separan de la primera aventura marina de Pixar. Hay en efecto proezas técnicas que hubiera sido casi imposible conseguir entonces, como la animación de Hank, el sistema de partículas del agua, con las que éste gana presencia física, la iluminación del bosque de algas o el realismo de los reflejos y refracciones en los distintos tipos de agua por los que pasan los protagonistas.
Hank destaca como el personaje que ha sido más difícil de animar: la primera escena en la que hace su aparición tardó 6 meses en quedar finalizada. Sus siete tentáculos (uno de los cuales perdió en realidad en la fase de conversión del diseño al modelado, optándose por dejarle con siete porque podía explicar su presencia en el centro de recuperación marina) plantearon dificultades en cuanto a las necesidades de puntos de control y el reto de evitar que sus movimientos resultaran incomprensibles o se obstaculizaran. Asimismo, su boca oculta deja los ojos y las cejas como únicos recursos con capacidad expresiva para remarcar actitudes o gestos.
"Buscando a Nemo" tuvo el mérito de inventar y desarrollar una historia profundamente emotiva en un mundo aparentemente tan insulso como el de los peces, y en su originalidad y desarrollo narrativo y emocional sigue siendo posiblemente superior a su secuela, pero ésta es más divertida y más profunda, y retoma el camino de lo que deberían ser las próximas secuelas de Pixar, tras el papel más flojo de "Cars 2" o "Monsters University". "Buscando a Dory" sería respecto a "Buscando a Nemo" algo cercano a lo que "Toy Story 2" fue respecto a su predecesora.

Por otra parte, la película está precedida por la proyección del cortometraje "Piper", ideado y dirigido por Alan Barillaro (animador en casi todas las películas de Pixar, incluyendo “Bichos, una aventura en miniatura”, “Toy Story 2”, “Monstruos, S.A.", "Buscando a Nemo”, y supervisor de animación en “Los Increíbles”, “WALL•E” y “Brave”). "Piper", probablemente uno de los mejores cortos de Pixar, cuenta la historia de una cría de correlimos que debe aventurarse fuera del nido por primera vez para buscar la comida que está enterrada bajo la arena de la costa en la orilla del mar, donde llegan las olas húmedas, frías y aterradoras.
En apenas seis minutos Barillaro teje una historia en la que cada escena está dotada de una belleza cuidada al detalle y lleva al extremo las posibilidades narrativas y expresivas de cada minuto de animación, por otra parte en ausencia total de diálogos. Sobre esta base, Barillaro desarrolla una historia que apela al valor, el aprendizaje y el compañerismo, y con mucha gracia pone de relieve que en muchas ocasiones nuestros miedos sobredimensionan los riesgos reales.
Gráficamente, el corto exprime las posibilidades en cuanto a realismo ya exploradas en "El Viaje de Arlo" y las aplica incluso a los personajes, que forman así un conjunto integrado con el paisaje, pero no por ello pierden éstos la gracia de la  teatralidad en los gestos que tan bien expresa la animación frente a la imagen real.



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