viernes, 31 de marzo de 2017

Los Pitufos: La Aldea Escondida

Kelly Asbury (Spirit: El Corcel Indomable, Shrek 2, Gnomeo y Julieta) rinde tributo a Peyo, el creador de los Pitufos, con esta película enteramente animada que supera ampliamente a las dos películas precedentes en imagen real y cgi y brinda un divertido y sano entretenimiento a los jóvenes espectadores, aunque por convencional no sorprenderá tanto a los veteranos seguidores de los pequeños seres azules.


Desarrollando un guión de Stacey Harman (Los Goldberg) y Pamela Ribon (Samantha ¿qué?, Vaiana, Rompe-Ralph 2) la nueva película arranca con un misterioso encuentro que lleva a Pitufina y a sus mejores amigos Gafotas, Patoso y Forzudo a una excitante y emocionante carrera a través del Bosque Prohibido, lleno de criaturas mágicas, para encontrar una oculta aldea de pitufos antes de que lo haga el malvado hechicero Gargamel y advertirles del peligro que les acecha, al tiempo que se descubrirá el auténtico destino y la razón de ser de Pitufina, la sola mujer entre los pitufos de su aldea y la única que no tiene un nombre que la defina.
Es indudable que Kelly Asbury se ha esforzado por transmitir con este nuevo acercamiento a los Pitufos la máxima fidelidad al mundo ideado por Peyo, como refleja de forma patente el cuidado rediseño de los personajes y de los escenarios, hasta hacerlos tan cercanos al estilo de las historietas del dibujante belga. Es de hecho una lástima que el grueso de los pitufos y su colorida aldea de setas se dejen atrás tan pronto, por cuanto que los verdaderos protagonistas de la película, el escuadrón pitufo formado por Pitufina, Forzudo, Torpe y Filósofo dejan a sus vecinos para ir tras otra aldea oculta en el Bosque Prohibido. Y de nuevo en la recreación de este escenario, completamente inventado, destaca nuevamente el ingenio desplegado para trasladar a la pantalla el espíritu y el estilo de los coloridos dibujos de Peyo. Es en este nuevo mundo poblado por plantas muy animadas, insectos dragón y conejos luminiscentes, donde se desarrolla el grueso de las aventuras en las que se verá embarcado el cuarteto de protagonistas, conductores de una trama cuyo ritmo es irregular: tras superar un lento arranque, la película - que carece de una compleja historia de fondo - roza el desinterés en muchas de las secuencias del bosque, a pesar de su innegable atractivo visual, y nuevamente aboca al bostezo una vez llegados a la perseguida aldea escondida, poniendo de manifiesto que cuando la película se salva es a manos de un acertado Gargamel que resulta tan ocurrente y divertido en el discurso como torpe y malvado en sus actos. Es en efecto en las secuencias en que entran en escena Gargamel y sus esbirros donde la aventura recupera su vigor y su dinamismo y devuelve la película al terreno del verdadero entretenimiento, tanto en el Bosque Prohibido como en el fantástico castillo del hechicero.
Destaca por otra parte el desarrollo dado al que era el único personaje femenino entre tanto pitufo, que de ser tradicionalmente mujer florero o víctima a rescatar, pasa a demostrar que puede hacer lo mismo que sus vecinos tan bien o mejor, e incluso salvarles el día. A ello habrá contribuido sin duda el hecho de que hayan sido dos mujeres - una de ellas responsable también de la emancipada Vaiana - las encargadas del guión.



De nuevo en el plano animado se pone en evidencia que el 3D es ya capaz de lograr una buena parte de la elasticidad y propiedades orgánicas que tradicionalmente estaban reservadas a la animación 2D de los cartoons clásicos, y en este sentido nuevamente la película constituye un fiel reflejo de las viejas aventuras animadas de los pitufos. Acaso quede sólo por desterrar el abuso de secuencias frenéticas y sobresaltados cambios de plano que muchas veces obstaculizan la posibibilidad de desarrollar auténticamente la animación.

Lo mejor: la película recupera para el cine el estilo propio de los Pitufos que se había perdido en las anteriores versiones cinematográficas.
En contra: los frecuentes altibajos en el ritmo de la historia.

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