miércoles, 5 de abril de 2017

El Reino de las Ranas

Llega de nuevo a las pantallas de cine una producción china de animación, subrayando una tendencia que confirma la presencia cada vez más creciente de la industria de aquel país en el sector internacional. En este caso se trata de una película dirigida por Nelson Shin, animador y productor con una dilatada experiencia trabajando para producciones norteamericanas (La pantera rosa, El Sr. Magoo, El pato Lucas, Los Simpson, Los Transformers), que presenta una historia de una princesa rana revolucionaria que competirá en las olimpiadas del reino para conseguir su libertad.


Cuando el Rey de las ranas anuncia que el ganador de las Ranolimpiadas ganará la mano de su hija en matrimonio, la Princesa decide huir. Vestida como un plebeyo, se hace amiga de un vendedor ambulante, Mecha, y empieza a entrenar con él y un grupo de aspirantes para ganar los juegos y acabar con los planes de matrimonio que tiene su padre. Mientras tanto, una serpiente malvada tiene planes para arruinar las Ranolimpiadas y apoderarse del reino con la ayuda de su fiel acompañante, el Capitán Uniojo.
Sin duda el diseño visual constituye uno de los atractivos más destacados del presente largometraje, al ofrecer a lo largo de un buen número de escenarios secuencias plagadas de colorido y una cuidada ambientación cuyas texturas, iluminación y efectos están al nivel de muchas de las producciones occidentales que compiten en las salas de cine. Un trabajo cuya ambición se advierte también en la variada galería de personajes que interviene en la película, en los que se puede observar un diseño atractivo y rico en detalles, tanto en las formas y las texturas como en elementos como el vestuario, que se ha pensado como si estuviera hecho de hojas y materiales vegetales, poniendo de manifiesto un intenso proceso de preproducción por el que merecería la pena ver el arte conceptual tras la película.
Incluso la animación se desenvuelve de forma bastante aceptable, aunque quizás hubiera sido deseable que en los personajes se hicieran más evidentes sus características anfibias puesto que al fin y al cabo se mueven y actúan primordialmente como si fueran humanos. Por otro lado no resultan demasiado convincentes las animaciones de determinadas bestias: es el caso de los murciélagos, cuyas extremidades se mueven en la película como si se tratara de las alas de un pájaro, o el de la misma Serpiente, cuya cola en demasiadas ocasiones más que serpentear parece más que se mueve en espiral, como si estuviera propulsada por un tornado.




No faltan el sentido del humor (algo marrón en ocasiones) y la vibrante sensación de la aventura en esta película repleta de escenas de acción, elementos suficientes para aportar un rato de entretenimiento a las niñas y niños que acudan al cine, pero que no bastan para dar completamente el visto bueno a esta película poco apta para adultos donde se echa en falta un mínimo desarrollo de los protagonistas y la superficialidad o las contradicciones lastran buena parte de la trama de fondo, que en sí misma resulta bastante simplona. Son destacables en este sentido la nula evolución en el personaje de la princesa rana o la irrelevancia de los planes de la malvada serpiente en relación a las olimpíadas.

Lo mejor: un cuidado diseño visual que hasta ahora se había visto raramente en las producciones de animación en 3D procedentes de China.
En contra: la superficialidad que afecta a toda la línea argumental y a la evolución de los personajes.

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