lunes, 3 de abril de 2017

Ygor Kovalyov

Uno de los eventos más destacados de la pasada edición de Animac fue la retrospectiva más amplia organizada en torno a la obra del animador ucraniano Ygor Kovalyov, tan conocido por las series de Klasky Csupo emitidas por Nickelodeon como "Rugrats: aventuras en pañales", "Ahh !!! Monstruos" y "Duckman" o su primer largometraje "Aventuras en pañales: la película" (1998), como reconocido en los circuitos culturales por sus cortometrajes más personales, entre los que se cuentan trabajos como "Hen, His wife", "Andrei Svislotski", "Bird in the window", "Flying Nansen", "Milch" y el reciente "Before Love" (2016). Kovalyov acudió a la muestra para ofrecer una masterclass en la que hablaría sobre su visión del cine, así como de su trayectoria y de la diferencia entre crear obras por encargo y cortometrajes más personales.


TRAYECTORIA
Kovalyov llegó a la animación a los 16 años tras terminar la escuela secundaria, al ingresar en el Kiev Animation Studio, donde aprendió a dibujar y a dominar todo el proceso de la animación de la mano de profesores como Yuri Norstein, Fiodor Khitruk o Andrei Khrzhanovsky, sin las enseñanzas de los cuales asegura que sería una persona totalmente distinta. Allí conoció a Aleksandr Tatarsky una persona que, en sus propias palabras, marcaría su vida hasta el momento de su muerte (2007): con él realizaría sus primeras películas como codirector, principalmente cómicas, y acabó fundando en 1988 el legendario estudio Pilot, que fue el primer estudio privado de la Unión Soviética y ha acogido algunos de los artistas más brillantes del país, entre los cuales Aleksandr Petrov, Rinat Gazizov, Konstantin Bronzit, Mikhail Aldashin, Ivan Maximov o Andrey Sokolov. Sería en esta época cuando Kovalyov realizó su primer corto enteramente personal, "Hen, His Wife" (1989), seguido por "Andrei Svislotski" (1990). Poco después Gabor Csupo conseguiría convencerle - a cambio de prometerle apoyo para sus proyectos personales - para que se integrara en su estudio de Los Angeles, y así lo hizo en 1991 uniéndose a Klasky-Csupo como uno de los directores de la serie "Rugrats: aventuras en pañales"; entre encargo y encargo realizaría sus cortos "Bird in the window" (1996), "Flying Nansen" (2000) y "Milch" (2005). Sería en 2005 cuando Kovalyov dejó Klasky-Csupo, y finalmente en 2011 volvió a Rusia, tras pasar unos años enseñando en CalArts.

SU OBRA PERSONAL
Una mirada a sus trabajos basta para advertir la notable diferencia que existe entre sus trabajos comerciales y sus cortos personales, caracterizados por animaciones sincopadas en las que se muestran elementos surrealistas y personajes grotescos que forman parte de tramas rebosantes de simbolismo. Kovalyov lo explica del siguiente modo: "Cuando me contratan para que trabaje en una serie o película la relación con el proyecto grande es totalmente distinta de la relación que yo tengo con mis proyectos de autor. Se trata de proyectos en que tengo que trabajar con un colectivo muy grande y, aunque sea el director, el trabajo y el resultado se comparten, y se dirigen a un público determinado: niños, adolescentes o adultos. Yo miro la producción con los ojos de los espectadores. En cambio cuando hago cortometrajes de autor nunca pienso en los espectadores, sino que me convierto en un egoísta y las hago para mí mismo. El primero en quedar satisfecho debo ser yo. Me estoy expresando yo mismo y tengo que ser sincero conmigo mismo".
El realizador incide en la diferencia de este modo: "Cuando se hace un largometraje hay que pensar en los espectadores y en dar a la película un significado: de qué y de quién hablamos. Cuando hago mis cortometrajes es muy importante que haya no uno sino varios sentidos que confluyen paralelamente. También es muy importante para mí manipular a los personajes. Así puedo ofrecer un paquete más interesante".
El planteamiento que Kovalyov aplica a sus cortos se basa en que en el arte tiene que haber algún tipo de misterio: "Me he dado cuenta con el tiempo de que los escritores, autores y directores que me interesan son aquellos que puedo leer o revisar una vez y otra y que me ofrecen algo nuevo cada vez. Cuando voy a ver un blockbuster y salgo del cine, comparto mi opinión con algún vecino o amigo y todos lo hemos comprendido igual; no hay ningún misterio. En cambio, puedo coger una obra de Joyce o de Marcel Proust y todas las veces descubro algo nuevo, incluso si las leo por el final o por el medio. También aplico este concepto cuando hago mis películas y estoy satisfecho cuando veo que cada uno de los espectadores las han visto de un modo distinto. Es un halago cuando alguien dice que quiere ver una película mía varias veces y que descubre algo nuevo cada vez".
"Lo más importante es la existencia de un conflicto. Tiene que haber un conflicto entre los personajes, entre los objetos o entre los personajes y objetos, y podrá resolverse o no resolverse. Kafka decía que la esencia del drama emanaba de una insuficiencia o un defecto en el hombre, que podía ser moral o físico. Muchos espectadores encuentran mucha patología en mis cortos, personajes que son monstruos, pero la monstruosidad es completamente subjetiva; tenemos el ejemplo de Picasso".
En este sentido, el realizador ucraniano enfoca así sus guiones: "Cuando hago un proyecto comercial siempre parto del conflicto general para llegar a los detalles, a las partes; en cambio en mis películas de autor parto de detalles, de rompecabezas de escenas, y a partir de ellos la película se va haciendo cada vez mayor. El proceso cuando me planteo hacer una película nueva consiste en que me persigue un detalle, una persona que se da una vuelta, una pose de un personaje en una película.. y ello me da la idea para un guión. Por ejemplo 'Hen his wife' surgió de un sueño donde una gallina medio persona medio animal estaba dando de comer a un anciano, y esta escena me perseguía y me llevó a hacer la película. Todas mis películas de autor empiezan con un pequeño detalle, algo en lo que pienso, y a partir de ahí empieza el guión y la recogida de ideas".
"Si ustedes leen alguno de mis guiones verán que la historia es muy básica, un conflicto entre personajes muy sencillo. Después compongo una especie de rompecabezas pero la historia de fondo sigue siendo muy sencilla y no me aparto de ella. Cuando el guión está completo al cabo de 20 ó 30 páginas me digo qué es lo que no tengo que enseñar al espectador para sumirle en el misterio, y también pongo atención al ritmo, como en la música. También es importante introducir algún contraste. A partir de ahí manipulo ese tema sencillo del que parto y lo voy componiendo en el rompecabezas; cuando encuentro la última pieza del rompecabezas el guión está terminado y me puedo poner a dibujar".
El nivel de detalle con el que Ygor Kovalyov construye sus guiones es tal - cuántos pasos da un personaje, en cuántos fotogramas, si se gira, etc.. - que sorprendentemente no le hace falta realizar storyboard. E incluso se le hace tedioso tener que dibujar, puesto que para él la película ya estaría terminada: "Cuando he terminado mis guiones tan detallados de hecho ya es como si hubiera realizado la película porque ya la tengo en la cabeza, y empieza para mí el proceso más espantoso de dibujar: lo odio. La película ya está lista pero hay que traducirla sobre el papel, y todo esto lo hago yo mismo: layout, pausas.."
"Lo más difícil para mí es encontrar un personaje que corresponda al motivo que estoy planteando. Mis personajes no son originales. Y siempre incluyo a otro artista para que me diseñe el concepto del personaje. Sinceramente cuando me aportan estos personajes me gustan mucho, pero no me siento cómodo trabajando con ellos, y por ello vuelvo a mi mismo estilo.(...) Siempre hago distintos esbozos y a partir de ellos elijo uno para elaborar el personaje, y siempre la opción que elijo es la más monstruosa".
Otra particularidad es que el realizador nunca deja ver el guión a sus animadores, ahondando de este modo en esa idea de misterio en la que tanto insiste: "No deben saber lo que pasa en la película. Lo aprendí de Robert Bresson, que siempre trabajaba con los actores como si fuesen marionetas. Y también Jean-Luc Godard hacía esta clase de experimentos: Cuando un personaje tenía que declarar su amor a otro obligaba a los actores a decir 'hace una hora he matado a alguien' y con este método conseguía una actuación completamente inesperada". Es así como Kovalyov trabajaba con el artista Dima Malanichev, un diseñador con quien a menudo ha hecho sus películas dejando que aplique sus personales texturas y luces a dibujos creados a partir de los esbozos del primero: "Tuve mucha suerte de conocer a Dima Malanichev. A él tampoco le dejaba leer el guión, hacía las películas a ciegas. Pero tal como hacía la película era siempre mejor de lo que yo había inventado, y lo le decía es porque no has leído el guión y no sabías lo que hacías".
Por otra parte, Ygor Kovalyov dice concebir el cine como la plástica del ritmo, y por ello siempre enfoca sus películas dando gran importancia al sonido: "el sonido tal como se ve en la pantalla es importante porque da lugar a una armonía". Y añade: "Para mí es importante conseguir sentimientos emocionales sin la música, sólo con el sonido. Robert Bresson dijo que el cine con sonido dio lugar al silencio en la pantalla".
En cuanto a sus referencias y fuentes de inspiración (si no han quedado claras ya) Kovalyov reconoce que la animación no le gusta en realidad y que sólo la ve en festivales. "Siempre me inspiran los directores de cine de imagen real". En este sentido afirma su admiración por el cine de Jean Vigo, Robert Bresson, Jean-Luc Godard, Michael Haneke y también el cine japonés y chino. "Me gusta mucho un director chino, Sanxia Haoren, director de la película 'Nature Morte'".

Hen, His Wife

LOS PROYECTOS COMERCIALES
En cuanto a sus trabajos comerciales reconoce Ygor Kovalyov que nacen de su necesidad de ganar dinero, tanto para subsistir como para realizar sus cortometrajes. "Siempre el trabajo en las series o largometrajes fue como un regalo que luego me permitiría dedicarme a mis cortometrajes. Siempre estaré agradecido al director de Klasky Csupo, Gabor Csupo, que me propuso cuando estaba en Moscú ir a trabajar a EEUU para Nickelodeon. Incluso cuando todavía no existía el contrato me dijo que me daría dinero para que pudiera hacer mis cortometrajes. Otros productores me decían que no me lo creyera, porque nadie avanzaba dinero, pero Gabor cumplió su promesa y todo fue muy sencillo. No fue por generosidad, sino porque a él le gustaban mis cortos y siempre quiso que su empresa participara con ellos en los festivales internacionales. Incluso cuando su estudio se vino abajo y ya me disponía a dejarlo Gabor me preguntó qué quería hacer y le dije que quería hacer mi propia película, para lo que buscaría dinero en otros sitios. Su rostro cambió completamente de expresión y me dijo 'no busques nada, yo te daré dinero'; yo pensaba que bromeaba, porque el estudio estaba sin dinero, pero él encontró fondos para mi película".
Un aire de cierta resignación se respira en el discurso del realizador húngaro cuando se refiere a sus proyectos para terceros: "Yo soy una persona muy lenta y por eso mis proyectos de autor nacen muy lentamente. Pero hay que vivir y por eso me convierto en una prostituta y me pongo a trabajar para empresas que me pagan para realizar sus proyectos. Naturalmente debe tratarse de un proyecto interesante. Pero un 80% de mis proyectos comerciales no me han gustado. Respeto mucho a directores como Michael Dudok o Prit Paarn que hacen las películas que ellos quieren. Si yo hiciera las películas que quisiera hacer creo que viviría bajo un puente y me moriría de hambre".
De esos pocos proyectos comerciales en los que Kovalyov se ha sentido muy a gusto trabajando, el primero de ellos es sin duda "Ahh Real Monsters!!": "Sinceramente es el único proyecto que he hecho por encargo que me conllevó algún tipo de satisfacción. Primero me plantearon un guión que no me gustó y propuse hacer mi propia versión, y fue un proceso auténticamente creativo. Hicimos un piloto, se lo enseñamos a Nickelodeon e inmediatamente nos ofrecieron un contrato para la primera temporada. Yo controlaba toda la serie, y había unos guionistas excelentes junto a los que fue muy interesante trabajar".
El realizador señalaba así la diferencia cualitativa que existió respecto de la serie "Rugrats": "Allí había control de todo y no pude aportar nada mío".
Tampoco en el caso de la película de los Rugrats, Kovalyov pudo desarrollarse como hubiera deseado: "Desde Paramount nos pidieron que dirigiéramos la película, que sería el primer largometraje que hacíamos, y aceptamos. Nunca hubo conflictos con nosotros, pero sí los hubo entre Nickelodeon y Paramount. El proyecto en todo caso fue exitoso y permitió ganar mucho dinero, aunque para mí al final se convirtió en una pesadilla. Nos hacían hacer correcciones con las que no estábamos en absoluto de acuerdo; teníamos la impresión de que querían empeorar la película. Sabíamos muy bien que era para niños, y cuando había situaciones cómicas nos decían que era imposible que un niño estuviera en una situación parecida. No sé si habría sido mejor o peor, pero desde luego hubiera sido más divertida si nos hubieran dejado hacer lo que queríamos hacer".


En cualquier caso es indudable que el estilo personalísimo que Kovalyov ha aplicado a todo su trabajo marcó en mayor o menor medida también sus trabajos comerciales, contribuyendo de forma fundamental a convertirlos en las series distintivas en que se convirtieron. Precisamente son artistas como ellos los que contribuyen a que una serie determinada se pueda distinguir y sobresalir entre tanto producto comercial que sabe a lo mismo.

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